Los volcanes esperan y esperan sin cesar,
a que este vendaval llegue a su final.
El sonido tan fuerte que hacía,
todo el mundo lo oía.
Con el viento tan duro que hubo,
una rama rompió seguro.
Su gran potencia arrebatadora
me hacía sufrir,
porque a casa no me dejaba ir.
De relance, él apareció
y La Geria invadió.
La gente esperaba su final,
para así volver a trabajar.
Siento que el viento
hace lento el caminar,
andaban y andaban
pero él no paraba de soplar.
Volcán dormido,
viento sonoro,
que no deja descansar a su ruido.
Las hojas del drago tiraba,
las verdes tuneras tronchaba,
y mientras esa música sonaba,
a todos enamoraba.
Autores: Nicolás Darino y Juan José Valido